Ya os lo tengo dicho, escribo mi necesidad y, por ello, los libros van saliendo y van quedando impresos en folios con mi hp deskjet 845c y van acumulándose, guardados en una cartera elegante que me regaló mi cuñada Cloti. De vez en cuando leo algunos de esos versos de algún que otro poemario en recitales y eventos públicos, pero esos se hacen aire y van al aire...
Hoy escribo esto, porque uno de mis primeros poemarios, “Pintando versos serenos”, acaba de entrar en imprenta y va a ser editado. Será el segundo que vea la luz y, desde aquí, comienzo a sentir el olor a papel impreso.
Como comprenderéis estoy contento y para celebrarlo, como anticipo, os invito a compartir algunos de los poemas que podrán leerse en este libro con sabor sereniano. Abrazos.
TRANSPARENCIA
L
l
u
e
v
e
sobre los tejados:
el agua
corre
que
corre
y los gorriones piando.
Por la chimenea
se escapa el humo,
huele a candela.
¡Mañanita de enero
en tus ojitos grises
se duerme el cielo!
CIGÜEÑAS
La aurora
se asoma a las cañadas.
Las cigüeñas
bailan en zarabanda
a los acordes
que la brisa les trae desde las torres.
¡Y, cuando vuelan,
cubren de claroscuro
el cielo de La Serena!
LLANTO
Tiemblan las hojas en el olivar:
una lluvia de negros luceros
cayendo,
cayendo,
cayendo…
Los tordos se asustan
y emprenden el vuelo.
¡Ay, cómo lloran los olivitos!
¡Ay, cómo ríen los aceituneros!
AUSENCIA
La luz acanelada
calcinaba la cancela
y el gato dormitaba
al cobijo de tus piernas.
Cosías la soledad de la tarde
en el lienzo de la ausencia.
DESESPERANZA
Dos palomas grises
y una blanca:
la tarde
cae
como mi esperanza.
Sobre las tejas,
la blanca está sola,
las grises juegan.
Dos palomas grises
y una blanca:
el sol
se pone
como mi esperanza.
OLOR A TIERRA MOJADA
Bajo la seca estepa, bajo tus pizarrales,
duerme el alma despierta de tu savia dormida
que espera el milagro de volver a la vida:
tomillos retorcidos, oro viejo de pastos,
cardos polvorientos…, entre huesos quebrados
que emergen de tu cuerpo, cubiertos por los líquenes.
Las nubes que te cubren comienzan a ser nubes,
se inflaman, se ennegrecen y , pronto, han de dejar,
sobre tu cuerpo seco, fragancias removidas.
Se ha borrado el color de la piel de la tierra
que, ansiosa, espera ahora pinceladas de lluvia.
Y de estas negras nubes, a punto de estallar,
ha de esparcirse, ardiente, la fertilidad del semen
que salpicará tus muslos resecos y dorados
para buscar tu fondo, donde ha de germinar
todo el verdor naciente que, en la primavera próxima,
reventará tu vientre y llenará mis ojos.
Quiero sentir la lluvia y sus olores densos,
el dulzor de esa agua que refrescará tu piel,
la embriaguez de ese aire húmedo y humedecido…
Y, envuelto en sus sabores, respirar plenamente,
arrancar, uno a uno, los misterios que guardas
y llevarlos conmigo.
1 comentario:
Muy fan de todo ello, pero sobre todo de Ausencia
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